Los conocidos como sistemas de páncreas artificial, llamados técnicamente ‘closed loop’, ayudarán a conseguir casi la normoglucemia, es decir, valores normales de glucosa en sangre, sin riesgo de hipoglucemia y de forma automática. Así lo ha puesto de relieve la Dra. Mercedes Rigla, directora del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell, en el marco del XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes que hoy concluye en Oviedo.

Estudios clínicos en marcha, que incluyen un elevado número de pacientes, están sugiriendo que los conocidos como sistemas de control de lazo cerrado (“closed loop”) consiguen aumentar de forma significativa el tiempo en el que los pacientes con diabetes tipo 1 tienen niveles de glucosa correctos, reduciendo también el tiempo en hipoglucemia.

De la ciencia ficción a la práctica clínica
En dichos estudios los pacientes usan estos sistemas en su domicilio, siguiendo su vida habitual, con una supervisión médica suficientemente limitada como para poder ser aplicados en la asistencia habitual. A raíz de la publicación de sus resultados, y si efectivamente se confirman estos hallazgos, “las principales agencias del medicamento aprobarán su uso comercial”, avanza la Dra. Rigla, quien no duda en asegurar que “el páncreas artificial pronto será una realidad en nuestro medio”.

Su introducción en la práctica clínica no es ya solo inminente, sino que incluso actualmente algunas personas con diabetes tipo 1 están usando algún sistema de control automático de la infusión de insulina desarrollado al margen de la industria o gracias a que están incluidos en proyectos de investigación reglados. Por lo tanto, se estima que incorporación a la rutina clínica será cuestión de pocos años e, incluso, se confirma que “en el año 2020 ya tendremos comercializado más de un sistema de este tipo”, indica la Dra. Rigla.

Ventajas y limitaciones
Los sistemas de closed-loop o lazo cerrado constan de 3 componentes: un sistema de medida continua de glucosa, un algoritmo de control y un infusor que, de forma automática, infunde diferentes cantidades de insulina muy frecuentemente para mantener los niveles de glucosa en un rango normal.

Aunque sus ventajas son ya evidentes, estos sistemas deben superar algunas importantes trabas. En opinión de la Dra. Mercedes Rigla, “son varios los problemas que se plantean”; entre ellos, destaca especialmente la dificultad de conseguir controlar la hiperglucemia después de las comidas, así como el efecto del estrés y del ejercicio; también plantea un desafío la necesidad de garantizar que las comunicaciones funcionen bien en todo momento y que la medida continua de glucosa sea precisa y esté disponible siempre que el sistema lo requiera.

¿A quién puede serle especialmente útil?
Estos sistemas, en principio, están pensados para que puedan servir a cualquier persona con diabetes tipo 1. De todos modos, matiza la Dra. Mercedes Rigla, “aquellas personas que controlen mejor las ingestas y tengan cuidado en comprobar que el sensor está bien calibrado, obtendrán mejores resultados”.

A juicio de esta experta, “la introducción de sistemas de control automático será el mayor avance en el tratamiento de la diabetes desde la síntesis de insulina, ya que permitirá mejorar enormemente la calidad de vida y reducirá el riesgo de complicaciones de las personas con diabetes tipo 1”.

Pero, ante esta inminente realidad, ¿está el Sistema Nacional de Salud preparado para afrontar los retos, económicos/de financiación y sociosanitarios que pueden plantear estos avances? Según la experta del Hospital Universitario Parc Taulí, “debería estarlo y, de no ser así, la sociedad lo reclamará, igual que ocurrió en su día con el tratamiento de la hepatitis C”. En cualquier caso, “el empleo de estos sistemas no quiere decir que vayamos a curar la diabetes, pero sí nos ayudará a minimizar su impacto en la calidad de vida y en el inicio y progresión de las complicaciones asociadas”, concluye la Dra. Mercedes Rigla.