Los refrescos ‘light’ y ‘zero’ también aumentan, y mucho, el riesgo de obesidad y diabetes. Así lo muestra un estudio dirigido por investigadores del Colegio Médico de Wisconsin y de la Universidad Marquette en Milwaukee (EE.UU.), en el que se identifican los mecanismos por los que los edulcorantes artificiales contenidos en este tipo de bebidas elevan el riesgo de estas enfermedades metabólicas.

Como explica Brian Hoffmann, director de esta investigación presentada en el marco del Congreso de Biología Experimental 2018 de la Sociedad Americana de Fisiología (APS) que se está celebrando en San Diego (EE.UU.), «a pesar de la adición de estos edulcorantes artificiales no calóricos a nuestra dieta diaria, todavía hay un aumento drástico de la incidencia de obesidad y diabetes. Nuestro trabajo muestra que tanto el azúcar como los edulcorantes artificiales provocan efectos negativos asociados a la obesidad y la diabetes, si bien a través de mecanismos muy diferentes».

La preocupación de la población por las consecuencias del consumo excesivo de azúcar sobre la salud impulsó hace ya varias décadas la llegada al mercado de los refrescos ‘light’ y ‘zero’, en los que los azúcares son sustituidos por edulcorantes artificiales ‘libres’ de calorías. Pero, estos edulcorantes, ¿son totalmente inocuos para la salud? Pues depende de los estudios que se miren. Y es que si bien las primeras investigaciones desarrolladas al respecto alertaban de algunos efectos nocivos, las evidencias más recientes sugieren que no suponen ningún riesgo para la salud –lo que ha despertado cierta controversia dado que muchos de estos trabajos han sido patrocinados por la industria de los refrescos.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Son nocivos o inocuos? Pues para responder a esta pregunta, los autores han recurrido a la ‘metabolómica de alto rendimiento’ para analizar todos los cambios bioquímicos que se producen en el organismo tras el consumo de azúcares de edulcorantes artificiales. Es más; los autores también se han fijado en el efecto de los azúcares y sus ‘sustitutos’ sobre las paredes de los vasos sanguíneos para evaluar el impacto del consumo de refrescos –‘light’ y ‘no light’– sobre la salud vascular.

Los autores utilizaron un modelo animal –ratas– al que atiborraron con una dieta altamente rica en azúcares –glucosa y fructosa– o en dos de los edulcorantes artificiales más comunes –aspartamo y acesulfamo-k– durante tres semanas, transcurridas las cuales tomaron muestran sanguíneas de los animales para ver los efectos asociados a cada alimentación. ¿Y qué pasó? Pues que en función de que los azúcares de la dieta fueran naturales o artificiales, las variaciones en las concentraciones plasmáticas de grasas, aminoácidos y compuestos bioquímicos diferían notablemente.

Concretamente, los resultados sugieren que los edulcorantes artificiales cambian la forma en la que el organismo procesa las grasas y consigue su energía. Y asimismo, que el acesulfamo-k, edulcorante muy común en los refrescos ‘light’ y ‘zero’, se acumula en la sangre y, superado cierto umbral, provoca un daño en las células que forman las paredes de los vasos sanguíneos.

Como indica Brian Hoffmann, «en nuestro trabajo hemos observado que, si el consumo es moderado, el organismo cuenta con una maquinaria para manejar el azúcar. Sin embargo, y en caso de que el sistema se vea sobrecargado durante un largo periodo de tiempo, esta maquinaria se viene abajo.